Speech by Mr. Horacio Serpa Uribe
Publicación:
Revista Palmas; Vol. 22 Núm. especial (2001); 83-90
0121-2923
Revista Palmas; Vol. 22 Núm. especial (2001); 83-90
0121-2923
Abstract
En medio de la tremenda crisis que vive el país, una magnífica ventana de oportunidades se le abre a Colombia para un nuevo comienzo de su vida política y de su vida económica. Hay que producir una renovación que permita establecer un aparato productivo al que tengan acceso todos los colombianos y todas las colombianas porque tienen la capacidad empresarial para generar riqueza, y la capacidad intelectual para trabajar de manera creativa. Los colombianos y las colombianas no podemos resignarnos a mirar por televisión el proceso global, y algunos pocos por la Internet. Lo que está ocurriendo en los procesos universales nos plantea delicadas disyuntivas en las que se compromete el futuro. Ni nuestra nación, ni sus líderes políticos, ni sus agentes y analistas económicos podemos perder el tiempo dirimiendo pequeños pleitos entre nosotros. Los resultados para el país del esfuerzo empresarial y gremial de Fedepalma son ampliamente satisfactorios y le han permitido al sector renovarse, crecer y proyectarse como uno de los renglones agroindustriales más promisorios del campo colombiano, contribuyendo así a la generación de riqueza y de empleo. El aumento de la producción nacional, que el año pasado generó el 93% de las materias primas de aceites y grasas, asegura el autoabastecimiento y permite incrementar las exportaciones. Colombia en treinta años superó su condición de importador neto de aceites. El núcleo de la estrategia agropecuaria de mi proyecto político es alcanzar una producción agropecuaria y agroindustrial eficiente y rentable; para ello, es indispensable adecuar el sector a las condiciones de los mercados nacionales e internacionales. Es en el sector rural donde se centraliza el agudo enfrentamiento interno, fratricida y absurdo, en el que intervienen soldados, policías, guerrilleros y paramilitares, la gran mayoría de ellos de origen campesino. Por ello, cuando se habla de paz, se debe tener claro que ella será posible si tiene como epicentro el lugar en donde se originó: el campo colombiano. Me propongo diseñar e implementar una ruta de progreso para la agricultura colombiana. Hay que tener en cuenta que las reformas institucionales adelantadas en el país en el proceso de apertura y globalización de la economía, no han considerado las particularidades productivas, económicas, sociales y culturales de amplios sectores de la población. El rediseño de los servicios del Estado ha carecido de flexibilidad para responder a las diferencias regionales del desarrollo.
En medio de la tremenda crisis que vive el país, una magnífica ventana de oportunidades se le abre a Colombia para un nuevo comienzo de su vida política y de su vida económica. Hay que producir una renovación que permita establecer un aparato productivo al que tengan acceso todos los colombianos y todas las colombianas porque tienen la capacidad empresarial para generar riqueza, y la capacidad intelectual para trabajar de manera creativa. Los colombianos y las colombianas no podemos resignarnos a mirar por televisión el proceso global, y algunos pocos por la Internet. Lo que está ocurriendo en los procesos universales nos plantea delicadas disyuntivas en las que se compromete el futuro. Ni nuestra nación, ni sus líderes políticos, ni sus agentes y analistas económicos podemos perder el tiempo dirimiendo pequeños pleitos entre nosotros. Los resultados para el país del esfuerzo empresarial y gremial de Fedepalma son ampliamente satisfactorios y le han permitido al sector renovarse, crecer y proyectarse como uno de los renglones agroindustriales más promisorios del campo colombiano, contribuyendo así a la generación de riqueza y de empleo. El aumento de la producción nacional, que el año pasado generó el 93% de las materias primas de aceites y grasas, asegura el autoabastecimiento y permite incrementar las exportaciones. Colombia en treinta años superó su condición de importador neto de aceites. El núcleo de la estrategia agropecuaria de mi proyecto político es alcanzar una producción agropecuaria y agroindustrial eficiente y rentable; para ello, es indispensable adecuar el sector a las condiciones de los mercados nacionales e internacionales. Es en el sector rural donde se centraliza el agudo enfrentamiento interno, fratricida y absurdo, en el que intervienen soldados, policías, guerrilleros y paramilitares, la gran mayoría de ellos de origen campesino. Por ello, cuando se habla de paz, se debe tener claro que ella será posible si tiene como epicentro el lugar en donde se originó: el campo colombiano. Me propongo diseñar e implementar una ruta de progreso para la agricultura colombiana. Hay que tener en cuenta que las reformas institucionales adelantadas en el país en el proceso de apertura y globalización de la economía, no han considerado las particularidades productivas, económicas, sociales y culturales de amplios sectores de la población. El rediseño de los servicios del Estado ha carecido de flexibilidad para responder a las diferencias regionales del desarrollo.
Palabras clave:
palma de aceite
elaeis guineensis
política de desarrollo
desarrollo rural
sector agrario
orden público
palma de aceite
elaeis guineensis
política de desarrollo
desarrollo rural
sector agrario
orden público