Abstract
A finales del año pasado, el mundo se enteró de que en una ciudad China, llamada Wuhan, se estaba iniciando un virus contagioso denominado coronavirus, el cual afectaba las vías respiratorias y era la causa de muerte de un número importante de personas en el gigante asiático. Desde la distancia, veíamos cómo, en pocas semanas, armaban un hospital de campaña para superar una situación que había colapsado su sistema de salud. Aunque mirábamos lo que sucedía con interés histórico y con empatía frente al dolor humano, como siempre, asumimos que esta problemática no llegaría a nuestro territorio y mucho menos que alcanzaría a nuestras familias en tan corto tiempo.  Late last year, the world learned that in the Chinese city of Wuhan, a new, contagious coronavirus was spreading, affecting the respiratory tract and causing the death of a significant number of people in the Asian giant. From a distance, we saw how they built a temporary hospital in a matter of weeks to cope with a situation that overwhelmed their health care system. Although we looked at what was happening with historical interest and empathy in the face of human pain, we assumed that this problem would not reach our country, much less our families in such a short time.