Abstract
Por más de 40 años la palmicultura colombiana ha contribuido a la generación de riqueza y bienestar para muchas comunidades en amplias regiones del país. Empresarios palmeros y pequeños cultivadores, profesionales y técnicos en diferentes disciplinas y trabajadores agrícolas, entre otros, han logrado hacer de la Agroindustria de la Palma de Aceite uno de los subsectores productivos con mayor fortaleza y perspectivas de prosperidad para Colombia. No obstante, la inseguridad y la violencia que actualmente se presentan en gran parte de las zonas del país, se constituyen en los factores más adversos para mejorar la competitividad, atraer la inversión y capitalizar los recursos físicos y humanos que requiere el desarrollo y crecimiento de esta agroindustria en Colombia. La palma de aceite, por ser un cultivo de largo plazo y tardío rendimiento, demanda importantes inversiones y una exigente capacidad empresarial para su manejo. La difícil situación de mercado que ha enfrentado el sector palmero en los dos últimos años, por la coyuntura de precios estacionales desfavorables, se ha visto agravada por el creciente riesgo que debe asumir el palmicultor colombiano ante las condiciones de inseguridad que vive el país. No sobra señalar que las inversiones del sector agropecuario, en general, y del subsector palmicultor, en particular, enfrentan riesgos más altos que las de otros sectores de la economía, debido a que la mayoría de sus activos están en zonas rurales apartadas, no sólo expuestos al sol y al agua, sino también a otros factores del entorno social y ambiental, que en las condiciones actuales del país son particularmente delicadas. Por ello, es de especial preocupación del sector la desprotección que afrontan muchas empresas ante los actos mal intencionados de terceros, que son riesgos latentes producidos por la subversión, los vándalos y la delincuencia común.